El Comité Organizador de Tokio 2020 y el presidente de Japón, Shinzo Abe, han sido los últimos empujones para que el Comité Olímpico Internacional (COI) acordase aplazar los Juegos Olímpicos hasta 2021.
Un efecto dominó imparable por el coronavirus que llevó al organismo deportivo a darse un plazo de cuatro semanas para consultar todos los escenarios pero que ha sido devorado por las actuaciones de distintas federaciones hasta llegar al propio Estado nipón. Así pues, en la cita deportiva por excelencia reina la razón y la salud se antepone a lo económico.
«En las circunstancias actuales y con base en la información proporcionada hoy por la OMS, el Presidente del COI y el Primer Ministro de Japón han concluido que los Juegos de la XXXII Olimpiada en Tokio deben reprogramarse para una fecha posterior a 2020 pero no más tarde del verano de 2021, para salvaguardar la salud de los atletas, todos los involucrados en los Juegos Olímpicos y la comunidad internacional», ha expresado el COI en un comunicado tras su reunión con el Comité Organizador.
Una decisión que cae por su propio peso pues primero fueron Canadá y Australia las dos federaciones que dejaron claro que no llevarían deportistas en el caso de celebrarse este verano los Juegos, luego Estados Unidos quien llevó el peso mayoritario para demandar una respuesta rápida del COI, y por último la mencionada llamada que ha precipitado todos los hechos. La última pieza en caer tras el contacto entre el presidente nipón, quien ha confirmado en rueda de prensa el acuerdo, y el líder olímpico Thomas Bach, cuya imagen queda muy dañada por la constante demora.